miércoles, 15 de septiembre de 2010

La experiencia del nacimiento

Los siguientes extractos son del capítulo V "La experiencia del nacimiento" del libro "La vida secreta del niño antes de nacer"* escrito por el Dr. Thomas Verny y John Kelly:

“Lo vemos [al nacimiento ] a través de los ojos de la madre y es su alegría la que despierta nuestra simpatía. Suponemos que el niño no siente nada, que es un espectador inocente del acontecimiento. Lisa y llanamente esto no es verdad. Para su madre y su padre, su nacimiento puede representar un recuerdo imborrable, la satisfacción de un sueño de toda la vida; sin embargo, para el propio niño es mucho más trascendental, un acontecimiento que se estampa en su personalidad. Su modo de nacer -doloroso o fácil, tranquilo o violento- determina en gran medida su futura personalidad y cómo verá el mundo que le rodea. Tenga cinco, cuarenta o setenta años, una parte de su ser siempre mirará el mundo a través de los ojos del recién nacido que una vez fue. Por ese motivo, Freud denominó "emociones primarias" al placer y al dolor que acompañan el nacimiento. Ninguno de nosotros logra escapar totalmente a su influencia.
Para comprenderlo, nada mejor que intentar ver el nacimiento a través de los ojos de un niño. Al final del noveno mes en el útero, se ha vuelto profundamente consciente su universo; ahora, las sensaciones, los sonidos y la visión de éste son parte de él tanto como sus brazos y sus piernas. "

“… el nacimiento es el primer choque físico y emocional prolongado que experimenta el niño, y nunca lo olvida. Vive momentos de inenarrable placer sensual, momentos en que cada centímetro de su cuerpo es bañado por cálidos líquidos maternos y masajeado por músculos maternos. No obstante, estos momentos se alternan con otros de gran dolor y miedo. Incluso en las mejores circunstancias, el nacimiento resuena en el cuerpo del niño como una sacudida sísmica que alcanza las proporciones de un terremoto.
En un instante flota maravillosamente en un estanque de tibio líquido amniótico y al siguiente puede verse súbitamente lanzado hacía el canal del nacimiento y el comienzo de una experiencia difícil que puede durar muchas horas. Durante la mayor parte de ese período, las contracciones maternas le empujarán y pellizcarán. Sólo es posible imaginar qué se siente ante la fuerza total de una contracción, aunque algunos estudios radiológicos recientes muestran que, a medida que cada contracción rodea al niño, éste agita desenfrenadamente brazos y piernas, haciendo algo que se parece mucho a una reacción ante el dolor.
El final del nacimiento es casi igualmente desconcertante.” “… es muy probable que pronto se encuentre en una estancia fría, ruidosa y potentemente iluminada, rodeado de un grupo de desconocidos que le sujetan, le exploran y le tironean.
Simultáneamente, su mente registra toda sensación, ademán y movimiento. Ahora, nada escapa de su atención. Hasta los detalles más insignificantes dejan imborrables huellas en su memoria, aunque el niño rara vez podrá evocar espontáneamente esos recuerdos más adelante. Casi nadie puede hacerlo. El nacimiento produce una especie de efecto amnésico; existen buenos motivos para creer que se debe a la oxitocina (la principal hormona del organismo femenino para inducir a las contracciones uterinas) secretada por la madre durante el parto.”

“Otro asunto es la comparación que puede hacerse entre los nacidos por cesárea y los paridos por vía vaginal dos, tres o cinco años después. Muchas incapacidades secundarias relacionadas con el nacimiento desaparecen con el paso del tiempo. Sin embargo, entre mis pacientes he notado que podría ser una consecuencia, a largo plazo, del nacimiento por cesárea: un intenso anhelo de todo tipo de contacto físico. Probablemente, esto se debe a que la cesárea priva de los momentos sensuales que un bebé parido por vía vaginal experimenta durante el parto: el dolor atroz y el placer extremo. Estas sensaciones sensuales son precursoras de la sexualidad adulta, y es posible que la persona nunca supere su pérdida.”

“… espectaculares son los resultados de otro estudio realizado por el mismo Dr. Mednick. Esta vez, sus sujetos eran hombres que habían cometido delitos acompañados de violencia. Volvió a comprobar que el único denominador común era la historia natal: 15 de los 16 delincuentes más violentos habían padecido nacimientos extraordinariamente difíciles (la madre del decimosexto era epiléptica).
Muchos –hasta es posible que la mayoría- de estos nacimientos violentos y dolorosos son evitables en su totalidad o, en los casos en que esto no se logra, sus consecuencias pueden reducirse. A veces se puede conseguir proporcionando un poco más de la compleja asistencia médica tecnológica en que se ha especializado la obstetricia moderna, y otras suministrando menos. Pero siempre hay que prestar muchísima atención al estado emocional de la mujer que está a punto de ser trasladada a la sala de partos.
Su modo de enfrentarse con ese momento ejerce una gran influencia en su modo de parir. Si esta relajada, segura de sí misma y desea el nacimiento de su hijo, existen muchas posibilidades de que el parto sea sencillo y totalmente sereno. Si está atormentada por dudas y preocupaciones y tiene conflictos entre la perspectiva de convertirse en madre, los riesgos de complicaciones aumentan consecuentemente.”

“… existe un buen caudal de investigación seria que sustenta la idea de que emociones positivas, como la confianza en sí misma y la expectación, pueden afectar el proceso del parto, del mismo modo que emociones negativas, como la ansiedad profundamente arraigada.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan llegó a la conclusión de que las mujeres ansiosas tardaban mucho más tiempo en dar a luz que las tranquilas. Existe otro informe aun más concluyente de la Universidad de Cincinnatti. En este último, los investigadores no se limitaron a analizar la ansiedad per se, sino diversos tipos de ansiedades y tensiones y el efecto de cada una en la duración del parto y en las contracciones uterinas. En conjunto se sometieron a prueba diez factores psicológicos; los tres que más prolongaban el parto y que producían las contracciones más ineficaces eran, respectivamente, << actitud hacia la maternidad >>, << relación con la madre >> y << ansiedades, preocupaciones y temores habituales >>. En síntesis, las mujeres que parían con más facilidad eran las que presentaban menos ambivalencia con respecto a la maternidad, menos conflictos con sus madres y las que, en líneas generales, resultaban menos ansiosas.”

“Desde luego, esto no significa que toda tensión materna grave dañe necesariamente al niño. De todos modos, ¿quién sabe cuánto sufrimiento físico y emocional podríamos evitar nosotros –por nosotros me refiero a profesionales de la salud, como obstetras, psiquiatras, comadronas y enfermeras- simplemente prestando a la salud emocional de la gestante la misma atención que dedicamos a su salud física?
Existe otra medida igualmente sencilla que, con toda probabilidad, permitiría disminuir los riesgos físicos del nacimiento y que, sin lugar a dudas, reduce sus peligros psicológicos. Lo único que exige es emplear con más limitaciones y prudencias drogas, fórceps, monitores fetales, cesáreas y la compleja tecnología que gradualmente ha llegado a dominar el acto de nacer.
En los casos en que la madre o el niño corren peligro, dicha tecnología puede significar, literalmente, la diferencia entre la vida y la muerte. Para eso fue proyectada... para urgencias. Por desgracia, la mayoría de los obstetras recurren de manera rutinaria a la tecnología de que disponen y la utilizan con mujeres que no la necesitan."

"Es difícil saber cuánto daño físico directo infligen a la madre y al niño estos y otros elementos de gran potencia de la obstetricia moderna. Prácticamente todas las opiniones autorizadas coinciden en que el parto sin drogas es mejor y más seguro. ¿Éstas dañan realmente al niño? La mayoría de los estudios indican que sí, que a corto plazo lo dañan. Los niños cuyas madres han recibido anestesia general durante el parto inicialmente suelen ser más inactivos y tienen menos coordinación motriz. Esas manifestaciones pueden persistir muchos años después del nacimiento.
Las cesáreas plantean el mismo tipo de problemas. También en este caso, virtualmente todas las opiniones autorizadas coinciden en que el nacimiento sin cirugía es mejor y más seguro. "

"Ignoramos cuán frecuentes son los daños producidos por los fórceps, ya que se ha investigado muy poco sobre las consecuencias a largo plazo... no sólo de los fórceps, sino también de las restantes prácticas y procedimientos obstétricos utilizados rutinariamente, desde el aparato de ultrasonido hasta las episiotomías.
Desde luego, hay momentos en que estos procedimientos son absolutamente indispensables. Mas hora se emplean de manera rutinaria, y ni que decir tiene que eso es innecesario. Como ha apuntado el Dr. Le Boyer, sería difícil pensar una entrada al mundo más aterradora que la que la obstetricia ha creado sin darse cuenta para esta generación. Casí siempre los niños son traídos al mundo bajo potentes luces y en una estancia fría y de acero inoxidable llena de desconocidos enguantados y enmascarados. "

“Todo lo que hemos aprendido en la última década nos demuestra que, aunque lo hubiéramos intentado, no habríamos desarrollado un modo peor de nacer. Sin embargo, en el mundo occidental, muchos niños siguen naciendo en un escenario que quizá sea adecuado para una computadora, pero que es profundamente inadecuado para el nacimiento de un ser humano."

*Thomas Verny y John Kelly explican en este libro que el feto puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, inclusive aprender.


Consecuencia de este descubrimiento es el hecho de que lo sentido y percibido por la criatura definirá en el futuro su comportamiento social. El instrumento fundamental que interviene en la transmisión de estos mensajes iniciales es, por supuesto, la madre. Esta sutil radiación no significa que sobre el feto recaigan toda clase de tensiones o preocupaciones. Lo importante, por el contrario, son los sentimientos profundos y constantes.
La vida secreta del niño antes de nacer narra, además, que los vínculos posteriores al nacimiento que el bebé establece con su entorno, son la continuación de un proceso que había comenzado mucho antes en el útero.
Los autores son miembros de la Asociación Canadiense de Psicología Prenatal y Perinatal.
Ediciones Urano | 238 páginas | ISBN 8486344573

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